Entrevistas

«Había que contar lo que pasaba, lo que le pasaba a gente anónima»

Silvia Martínez: Hoy tenemos el placer de contar en los estudios de Radio Kabila con María Jesús Ortiz Moreiro. ¡Bienvenida!

María Jesús Ortiz Moreiro: Bien hallada.

SM: Recordemos que María Jesús es periodista, escritora y gran amiga nuestra y hoy está aquí para hablarnos de su libro “Nombres propios, historias comunes” y para contarnos un poquito más acerca de ese proceso de creación literaria durante la pandemia. ¿Cómo fue? Porque creo que hay mucha magia en este proyecto…

MJOM: En aquellos primeros meses de la pandemia, de incertidumbre, de inquietud, yo podía dedicar muy poquito tiempo a escribir. Con la escuela en casa, el trabajo en casa, el parque infantil en casa, etc., esa habitación propia que reivindicaba para las mujeres Virginia Woolf era inexistente. Lo que sí hice entonces fue escuchar mucha radio, también podcasts y muchos de esos podcasts y la radio en aquel momento se volvieron absolutamente participativos porque la gente necesitaba un punto de encuentro cuando todas las puertas estaban cerradas y cuando toda forma de reunión estaba prohibida por las circunstancias. La gente expresaba su miedo y naturalmente su preocupación, pero también sus anhelos, sus sueños, sus ganas de tener objetivos en la vida, metas, planes para cuando se acabara toda esta historia, algunos planes eran más fantasiosos, otras metas más realistas. La voz transmite mucho. Aquellas voces que hablaban transmitían todo lo que sentían y esas emociones transmitidas por voz vía radio, vía podcast, yo las iba anotando. Lo hacía sin ningún afán. Mayormente apuntaba cosas como “incertidumbre”, “pena”, “pérdida”, “soledad”, “alegría”, “proyectos”… también esbocé algunos relatos que están en el libro, por ejemplo el relato de Anacleto, que me salió del tirón, pero, como estaba diciendo, todo sin ninguna pretensión. En verano de 2020, cuando el virus parecía estar remitiendo, me di cuenta de que había olvidado aquella solidaridad en los primeros meses, me di cuenta de que ya no hablábamos de los arcoíris en las ventanas, de las compras que se hacían a las vecinas que eran más mayores. El derecho al olvido es importante, pero hacía nada que nos habían sucedido muchas cosas, que nos habíamos enfrentado a muchos fantasmas, muchos miedos, y eso no podía perderse, olvidarse.

Entramos en el otoño de aquel 2020, que fue un otoño muy malo en Alemania, pues fue cuando rugió la pandemia allí verdaderamente, y ya entonces empecé con el trabajo sistemático de escritura del libro, lo cual no es nada romántico, es algo muy solitario y muy ingrato.

Sintonicé con el impulso que me llevó a Madrid a estudiar periodismo, conecté con la necesidad de contar lo que pasaba y de contar lo que le pasa a la gente anónima. Todos tenemos una historia que contar, todos tenemos un momento, una emoción en un momento. Esas historias tenían que ser contadas, puestas por escrito. Es porque estos relatos nacen de experiencias reales por lo que personas de distintos contextos, culturas, se ven reflejadas en esos personajes.

Libro de compañía

SM: ¿Por qué dices que es un libro de compañía?

MJOM: Porque nos ayuda a encajar ciertos comportamientos extraños a nosotros mismos que hemos tenido en un tiempo excepcional. Igual nos expusimos de más en redes sociales, igual alguien esperaba más comunicación de nosotros o, al contrario, menos, necesitaba más espacio, más silencio. Nos comemos mucho la cabeza y nos castigamos mucho por lo hecho o no hecho. Algunos de los relatos recogen comportamientos desmesurados, fruto de un contexto muy especial.  Este libro nos puede ayudar a no castigarnos tanto y a saber relativizar todas nuestras emociones, que están siendo prácticamente como una especie de montaña rusa. Pasamos en un momento de la alegría total a la soledad, a la tristeza, al duelo, a la necesidad de contar, etc.

SM: Es curioso cómo la pandemia se vivió de una manera tan diferente. Recuerdo que había quien me decía que había aprovechado el encierro para hacer más cosas con los niños, para tener más tiempo. Yo recuerdo cómo a mí me invadía la tristeza, cuando salía por la mañana y recorría el tramo de casa a la radio y no había nadie en la calle y cuando llegaba a la radio y la única noticia que había era muerte y más muerte y esto no para, esto continúa… ese contraste entre dos realidades a mí me resultó absolutamente demoledor, cómo se vivió la pandemia de una manera tan diferente en según qué familia, en según qué lugares.

MJOM: Y esa diversidad de emociones provocadas por una situación absolutamente anómala está reflejada en los relatos. Es cierto que ningún personaje del libro corresponde con la biografía de nadie en particular, pero sin embargo responden a aspectos reales. Por eso nos podemos sentir identificados en un personaje o en la propia voz de los distintos narradores que hay. En algunos relatos predomina quizás esa soledad, esa impotencia, ese silencio. Hemos tenido que aprender a llevar los duelos en silencio, hemos estado obligados a no poder dar abrazos, que son tan sanadores en momentos concretos. Pero también la pandemia nos ha forzado a buscar nuevas maneras de socializar y en ese sentido la tecnología ha soplado a favor. Por ejemplo, el sistema de videollamada nos ha permitido estar cerca de nuestros seres queridos de alguna manera.

Entrevista a María Jesús Ortiz Moreiro sobre «Nombres propios, historias comunes» en Radio Kabila Benalúa | Benalúa, 2022 | Imagen de Silvia Martínez

Temas universales 

SM: El libro ya lo has presentado en Berlín, también en Guadix, lo vas a hacer en Madrid. Teniendo en cuenta que venimos de una cultura diferente, los de Alemania y nosotros aquí, tengo curiosidad cómo han sido esos encuentros de presentación del libro en esos rincones literarios tan bonitos de Berlín.

MJOM: Naturalmente la impresión de la gente que asiste a los actos es diferente, pero es curioso cómo al final todos convergemos en lo mismo. Al final está el poder de la literatura, de la creación, de la representación de los sentimientos humanos. Contar historias va en el ADN nuestro. Puede ser que ciertos temas, cierto enfoque pueden resultar más atractivos en uno u otro lado del mundo, pero este libro, como se basa en sentimientos vividos por personas de aquí y de allá, creo que por eso todo el mundo puede encontrarse en él.

De la idea al libro: la edición

SM: Hemos hablado antes del proceso creativo, me gustaría ahora hablar del proceso editorial. Cuando ya tienes tu idea ordenada, no sé qué dificultades puede traer o puede conllevar darle forma a tu idea. Tiene que ser una cosa muy difícil, me imagino.

MJOM: Es difícil, sobre todo, porque lo que un autor quiere es que su historia coja cuerpo de una manera determinada y que traten el manuscrito con cariño, que tú sientas que tu obra la dejas en buenas manos. Como comentaba antes, yo soy muy escuchante de podcast y en uno que coordina Pepe Pizzi, gestor cultural en Berlín, escuché una entrevista que le hacía a las responsables de una empresa de servicios editoriales, de nombre La Pleca, formada por chicas españolas muy profesionales, y explicaban su proyecto y cómo trabajaban y a mí me parecieron fantásticas. Y entonces me dije, “tengo que contactar con ellas porque cuando yo les cuente cómo quiero trasladar la idea, tengo la intuición de que van a saber hacerlo bien”. Y efectivamente fue así. Son transparentes, son profesionales. Elena García, la diseñadora, supo captar a la perfección lo que yo quería expresar en “Nombres propios, historias comunes”; desde la elección de la tipografía hasta el diseño de portada o la cuidadísima maquetación de la portadilla que tiene cada relato… todo es un trabajo fantástico y sin duda que este proyecto, que “Nombres propios, historias comunes” no sería lo mismo sin el trabajo de La Pleca.

SM: Háblanos de esas fotos que podemos encontrar justo en la portada del libro. Me llamaron mucho la atención.

MJOM: Cada foto se corresponde con un pasaje de distintos relatos. Conforme vayáis leyendo los relatos, iréis viendo qué foto está relacionada con qué escena. Es labor de los lectores ir jugando a identificar y a relacionar fotos y relatos.

La vida, un soplo

SM: ¿Esperabas esta aceptación?

MJOM: No la esperaba y naturalmente estoy muy feliz con ello. A propósito de estas historias, de este libro están surgiendo unas conexiones preciosas y pienso de verdad que es porque estos relatos nacen de lo que hemos pasado, de lo que hemos experimentado, y es por todo ello que este libro está procurando mucha compañía. Sentirnos dentro de este libro es una especie de asidero en este aterrizaje que estamos llevando a cabo en unos nuevos tiempos que nos desconciertan. De la pandemia no hemos salido ni más fuertes ni más guapos ni más rubios ni más listos, pero sí que la pandemia ha pasado por nosotros y tenemos que aprender a vivir nuestras vidas en este nuevo entorno tan inseguro, tan cambiante.

SM: ¿María Jesús Ortiz es otra persona tras la pandemia?

MJOM: Todos somos otra persona. Lo de planificar a más de un mes es ahora ciencia ficción. Podemos tener un esbozo, un propósito, pero nos hemos vuelto todos muy de pensar a corto plazo. Las circunstancias obligan. Estamos también viviendo en un carpe diem de emergencia. Hemos cambiado un poco el chip y si el momento es bonito, lo intentamos estrujar al máximo porque hemos visto, hemos vivido en nuestras carnes que verdaderamente la vida es un soplo.

SM: “Nombres propios, historias comunes”. Seguro que va a cambiar mucho nuestra forma de ver las cosas después de sumergirnos en esa lectura que ya estamos deseando hacer. Enhorabuena María Jesús, muchísimas gracias, un auténtico placer tenerte aquí.

MJOM: El placer es mío. Muchas gracias.

Extractos de la entrevista realizada por Silvia Martínez para Radio Kabila Benalúa

Fue emitida en este medio el 24 de octubre de 2022

Aquí la puedes escuchar:

https://www.ivoox.com/player_ej_98315116_6_1.html?c1=8e6242

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